Tres días he pasado en Sevilla. Tres días muy divertidos en los que me lo he pasado realmente bien. Muy cortos se me han hecho.
Empezando por el principio. Por qué Sevilla? Por dos razones principales: Quería conocer en persona a dos amigos míos (Ramón y Martín; Arch Tirannus y Mek Wahh respectivamente) que conozco desde hace aproximadamente cinco años de la consola (Xbox 360); y quería cumplir la promesa que le hice hace diez años a una buena amiga, María Ángeles, de que iría a visitarla. No podía irme a Alemania sin cumplir esa promesa!
El viaje empezó mal, bastante mal. Tenía un vuelo reservado con Air Berlin para el Martes a las 15.00. Llegué al aeropuerto y fui a facturar la maleta. Aquí la sorpresa, la mala noticia, la razón del mal comienzo: el certificado de empadronamiento (requisito para poder disfrutar del 50% de descuento para residentes de las islas) que había traído no era el correcto. Me había equivocado al cogerlo en casa. Me dirigí a la oficina de ventas de Air Berlin para ver si se podía arreglar de alguna forma. Me dijeron que en un cajero de La Caixa se podía sacar un certificado, pero en todo el aeropuerto no había ninguno. También me dijeron que con la tarjeta ciudadana por Internet se podía sacar también, pero la tarjeta me la había dejado en casa. Y la última opción que me dieron fue que fuera a casa a buscarlo o que alguien de casa lo enviara por mail/fax. Pero ni me daba tiempo ir a casa, ni había nadie en casa. No me quedó más remedio que comprar un billete nuevo allí mismo. Un doloroso hachazo de 244€.
Pero nada me pararía ya. Nada podía evitar que yo cumpliese la promesa que hacía una década le había hecho a María Ángeles ! Además, tenía casi dos quilos de sobrasada y casi dos litros de licor de Hierbas en la maleta que tenían que llegar a Dos Hermanas! (se lo había prometido a Ramón). Así que me dirigí a Sevilla!
El vuelo fue como la mayoría, algo aburrido. De vez en cuando algunas turbulencias. Al lado mía se sentaron una niña pequeña y su madre. Yo ya temía que escucharía sollozos y gritos todo el vuelo, pero no, no fue así. La niña estuvo gran parte del vuelo dormida y cuando no lo estaba, tampoco lloró ni una sola vez. También estuve un rato hablando con la madre, también muy simpática.
Una vez en el aeropuerto, recogí la maleta y salí. Ramón me vino a buscar. La verdad es que me lo había imaginado algo diferente, ya que de él nunca había visto ninguna foto, pero me acostumbre rápidamente. Igual de simpático en persona como por la consola. Nos dirigimos al hotel y de camino estuvimos hablando de todo un poco.
Llegamos al hotel donde ya esperaba Martín, que había llegado algo antes. Después de los saludos, charlar un rato y darle a Ramón su queridísima sobrasada y su amado licor de Hierbas, nos dirigimos a su casa. Esperamos a que llegara Lucía, la novia de Ramón, y de mientras comimos algo de la sobrasada, jugamos un poquito con la consola y al final, antes de irnos, una copita de Hierbas.
Fuimos a cenar a un Kebab, aprovechando una oferta 2×1, y luego a tomar una copa. Martín se tomó, para probarlo, lo mismo que yo, un Whisky con zumo de Piña, y aunque dice que no, yo sé que le encantó! No estuvimos hasta muy tarde porque Ramón al día siguiente tenía que trabajar y nosotros (Martín y yo) tampoco queríamos perjudicarlo mucho más.
Me arrepiento de no haber hecho más fotos.
Al día siguiente Martín y yo cogimos un tren hacía Utrera, había llegado el momento de cumplir la promesa que hacía ya una década le hice a María Ángeles! Una vez en Utrera, preguntamos por el camino a la plaza. La gente en Utrera sí que sabe dar indicaciones!
Sigue todo recto hasta la rotonda y luego pregunta de nuevo
Por suerte María Ángeles también salió en nuestro encuentro y nos encontró antes de llegar a la plaza.
Por Dios, no ha cambiado nada! Sigue siendo igual de guapa, o incluso más. Eso sí, ahora soy mucho más alto que hace diez años.
Nos sentamos en un bar de la plaza, hablamos mucho. Hay mucho de lo que hablar! Han pasado diez años y aunque al principio hablábamos mucho por messenger los últimos años no hemos hablado mucho. Pasan un par de horas y llegan también algunas amigas de María Ángeles. Martín y yo decidimos quedarnos hasta más tarde en Utrera y no volver al hotel.
Mis padres me habían pedido si podía pasar a saludar a unos amigos muy buenos que tienen que antes vivían en Mallorca y se mudaron a Utrera, Ana y Toni. También son la razón por la que conocí a María Ángeles. Así que nos dirigimos primero a su casa. No han cambiado nada, la verdad! Qué alegría verlos de nuevo. Y su hija! La vi por última vez en el 2004, cuando no tenía ni tres años! Y ahora ya tiene 9, por Dios, como pasa el tiempo!
Después acompañamos a María Ángeles a su casa, a coger la cámara. Estuve unos minutos hablando con su madre, a la que no recordaba bien, aunque sabía que hace diez años la había visto.
Después de esto, fuimos al colegio de la sobrina de María Ángeles (Marina) a recogerla y todos juntos fuimos a la guardería de Victoria, la sobrina más pequeña a ver la procesión de ésta. Al parecer no quería fotos, y estaba bastante enfadada. También me echó algunas miradas que realmente me infundieron miedo!
Volvimos a la plaza, al mismo bar, y también vinieron algunas amigas más de María Ángeles. Estuvimos charlando un rato. Todas muy simpáticas, muy alegres, muy locas, como dicen ellas. Una de las primas de Fabel (una de las amigas de María Ángeles) incluso terminó casando a Martín con Sara, otra amiga, y a María Ángeles conmigo! De tanta telenovela ya se sabía el texto como un auténtico cura!
Al día siguiente Martín y yo volvimos a Utrera. Pasamos de nuevo el día con María Ángeles y sus amigas. Fuimos a pasear a un parque y de camino a la estación para volver, fuimos testigos de un pequeño alboroto policial y como buenos ciudadanos nos quedamos a mirar qué había pasado.
Sólo fueron unos minutos, y continuamos nuestro camino a la estación. La despedida en la estación fue rápida.
Martín y yo cogimos un tren hacía Sevilla, donde habíamos quedado para cenar con Ramón y Juan (otro amigo de la Xbox). Fuimos a cenar al Buger King. No se por qué, pero allí las hamburguesas son enormes!
Finalmente, después de la cena, Ramón nos llevo al Hotel de nuevo y nos despedimos de él. Qué grande es Ramón. Espero que disfrutes de la sobrasada y de las Hierbas!
Al día siguiente por la mañana muy temprano volví a Utrera, sólo esta vez. Quería despedirme de María Ángeles, sin prisas.
A la vuelta de Utrera, me encontré con Martín en la estación. Ya tenía que coger su tren para volver a Málaga. Nos despedimos y yo me volví al hotel. Eso sí, tanto Martín como yo tenemos claro que volveremos a Utrera!
En el hotel ya fue todo muy planeado. Pedí un taxi, pagué, y me fui al aeropuerto. Cogí el avión de vuelta, que como no, tuvo retrasos y volví a Mallorca.
En definitiva, tres días en los que me lo he pasado muy, muy bien, y que he pasado con gente encantadora y muy simpática. Los tres días se me han echo extremadamente cortos, y espero poder volver pronto. Esta vez le he prometido a María Ángeles que como muy tarde volveré el año que viene. A ver si puede ser antes.