Hace ya dos semanas que he vuelto de mi pequeño viaje a Hamburgo y todavía no he escrito nada sobre ello. Muy mal por mi parte. Pero como me suelen decir a mí: lo bueno se hace esperar.
Han sido cuatro cortos días de Hamburgo. Me fuí para allá el lunes 5 de noviembre bien temprano, y volví el viernes 9 de noviembre bien temprano también. Sólo la crisis consigue hacerme madrugar! En estos cuatro días he dado varias vueltas por el centro, por los llamados «Shopping Mall» repletos de tiendas y por las panaderías que iba encontrando por el camino. La verdad es que he comido como un cochino y aún así he acabado adelgazando. Debería hacérmelo revisar…
Finalmente acabé comprando dos pantalones presionado por mi hermana mayor y mi madre y bueno, el dependiente, que traía y traía. Además, encontré unas buenas botas de cuero que llevaba bastante tiempo queriendo comprar. Así que ha valido la pena.
Aparte de eso, pasamos por la Apple Store de Hamburgo, la primera a la que he ido en mi vida. Grande, muy iluminada, muchísima gente, y equipos Apple por todos lados. Mi padre tuvo que esperar alguna que otra hora para ser atendido y que le cambiaran a él y a mi madre los teléfonos. Durante este tiempo estuve trasteando con algunos MacBook Pro. Sobretodo probando los nuevos con «Retina Display». Que ganas de tener uno…
Aparte de esto, cumpliendo una de las razones por las que fui a Hamburgo, también pasamos por el ejército. Bueno, por los despachos. Tuve dos entrevistas muy interesantes en las que me informaron de forma detallada sobre el funcionamiento y entrada al mismo y donde finalmente me alisté firmando por siete meses. Ahora las posibilidades son empezar el 1 de Enero o el 1 de Abril. Personalmente, viendo los líos burocráticos que tengo que resolver antes de poder alistarme de forma definitiva (renovar el pasaporte, pedir un certificado de antecedentes penales alemán, entre otras cosas), puedo casi asegurar que será el 1 de Abril. Realmente tengo interés y ganas en poder alistarme, y aunque al final no me guste, probarlo unos meses, vivir la experiencia. No creo que me vaya a hacer daño un poco de disciplina. A ver si consiguen eliminarme la vaguería del cuerpo.
También visitamos a mis tíos y fuimos a cenar con ellos, y tuve la oportunidad de ver a mi prima tras más o menos diez años. Y finalmente, el último día, mi madre quiso recordar su infancia enseñándole a mi padre dónde creció y vivió y resulta que incluso averiguamos que algunos familiares nuestros (mi tío-abuelo y su hija, mejor amiga de la infancia de mi madre) todavía viven en el mismo lugar y incluso pudimos visitar la casa que mi abuelo construyó hace más de 30 años dado que la propietaria actual seguía siendo la misma que la compró hace tantos años y se acordaba de mi abuelo.
En definitiva, un viaje interesante, intenso, agotador. Pero ha valido la pena!
Os dejo con algunas fotos: